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jueves, 26 de enero de 2012

Bolsillos secos y campos al horno

Original de la nota publicada en Revista Noticias el 19 de enero de 2012
La falta de lluvias provocó pérdidas de rendimiento en los cultivos de maíz y soja y generará  una merma importante en los ingresos de los productores y también en los bolsillos fiscales. El fenómeno de la Niña estaba en todos los pronósticos meteorológicos pero la implantación de los cultivos de la cosecha gruesa avanzó con los productores esperando que las predicciones no se cumplan y el gobierno presupuestando los dólares que traería el campo. Ni unos ni otros tuvieron toda la suerte que esperaban.
Las lluvias faltaron durante más de 40 días en la Pampa Húmeda y cuando llegaron no fueron suficientes. Eso traerá las lógicas consecuencias de menores rindes y ya nadie piensa en las más de 100 millones de toneladas con que alardeaba el gobierno para esta campaña. Ante esta realidad, los productores y el oficialismo prefirieron llevar la disputa al terreno discursivo: unos magnificando al extremo las derivaciones de la sequía y otros minimizándola hasta el punto de exasperar a quienes la padecen.
Más allá de las peleas domésticas, en soja –el principal producto exportable del agro argentino- los precios no evidenciaron todo el impacto de la sequía sudamericana ya que se mueven por un mercado globalizado y la caída de la producción local se vio minimizada por el aumento de las estimaciones en la cosecha de los Estados Unidos. Así que la caída de la producción no se compensará con mayores cotizaciones.
“El informe del USDA publicado el 12 de enero sorprendió a los operadores  al aumentar la  producción de Estados Unidos para ubicarla en 83,17 millones de toneladas, por encima de las 82,89 millones del informe anterior. Esto se debió a un aumento en los rendimientos obtenidos. Sin embargo, la situación en Sudamérica no es tan optimista. La sequía hace prever importantes pérdidas productivas en varios países de la región”, sostiene el informe de Granos de AACREA, uno de los más confiables del sector.
Precisamente, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos redujo las producciones de Brasil y Argentina a 74 y 50,5 millones de toneladas, respectivamente. Si los pronósticos estadounidenses se cumplen estaríamos hablando para nuestro país de una cosecha similar a la de la campaña anterior aunque con unos precios promedio unos 60 dólares más abajo.
Durante la campaña 2010/11 los precios promediaron los 500 dólares mientras que ahora están alrededor de los 440 dólares. Eso sí, estamos hablando de cotizaciones en el mercado de Chicago y para llegar al precio local tenemos que restar los derechos de exportación (retenciones) y los gastos de flete y comercialización. Por eso el viernes 13 de enero en la Bolsa de Comercio de Rosario la soja se negoció a 1.247 pesos (u$s 290) por tonelada, casi 200 pesos menos que el mismo día del año anterior.
Con un desarrollo similar al 2011 y descontando lo que se destina al consumo interno, estaríamos hablando de una 45 millones de toneladas de exportación a un precio FOB promedio de 440 dólares, lo que proporcionaría un ingreso al país de 19.800 millones de dólares solamente por venta de soja. Las retenciones del 35 por ciento para ese cultivo significarían para el Estado una entrada de 6.930 millones de dólares, sin sumar el resto de las imposiciones que tienen productores, comercializadores, transportistas y exportadores.
Pero hay pronósticos más agoreros que los del USDA que prevén una cosecha menor a las 50 millones de toneladas de soja. Por ejemplo, para AACREA “la sequía que afecta a la campaña agrícola 2011/12 puede resultar de mayor impacto que la de 2008/9, muy amargamente recordada por los productores. Sucede que la actual comenzó antes: ya en diciembre empezó a notarse el déficit hídrico” y “durante el 2008/9 los productores tenían una situación económica más holgada, luego de varios años de rendimientos normales y de precios satisfactorios. En 2011/12, por el contrario, muchos no pueden vender el trigo y el maíz del ciclo anterior, lo que reduce  seriamente su liquidez”, alertó la organización que nuclea a productores de punta.
A los avatares climáticos hay que sumar la incertidumbre en la Unión Europea que es el principal importador de harina del mundo y la Argentina es el mayor exportador de ese producto hacia el Viejo Continente. Así lo sostiene el analista Pablo Adreani quien advierte que “si la crisis de Europa continúa agravándose, reduciendo sus índices de actividad económica, con aumento de desempleo y reducción del ritmo de crecimiento del PBI, sin dudas tendrá un efecto directo sobre la demanda mundial de alimentos y de commodities agrícolas”.
La menor actividad europea podría generar un efecto dominó sobre China, su gran proveedor de productos industriales, con lo que se resentiría la demanda asiática. Adreani recuerda que “China es hoy el primer importador mundial de poroto de soja con un volumen superior a las 55 millones de toneladas”, que provienen de Argentina, Brasil y Estados Unidos. “Toda caída de la actividad económica de China tendrá entonces un efecto bajista directo sobre el mercado de soja a nivel mundial”, advierte el analista.
A pesar de las disputas mediáticas entre productores y el gobierno, el fenómeno de la Niña logró unirlos aunque no se den por enterados: ambos están en vilo mirando al cielo y siguiendo de cerca el comportamiento de los mercados internacionales. 

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