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domingo, 9 de octubre de 2011

Ruleta soja


Original de la nota publicada en Noticias -08 octubre de 2011
Cada diez dólares que baja la soja las exportaciones argentinas pierden 450 millones de dólares y los ingresos por retenciones bajan 157,5 millones de dólares. Por eso las fluctuaciones del precio de la oleaginosa en Chicago se transformaron en la clave que puede condicionar las acciones políticas futuras de quien gobierne la Argentina.
A fines de agosto el precio alcanzó su tope de 534 dólares por tonelada, los más altos de la historia, y parecía que iba a continuar una carrera ascendente, pero la crisis europea impactó en la credibilidad mundial, se revalorizó el dólar, se conocieron los pronósticos de cosechas espectaculares en Sudamérica y reinaba buen clima en los Estados Unidos, un coctel que tiró los precios hacia abajo sumando preocupación a quienes ya habían empezado a gastar a cuenta.
Las exportaciones del complejo soja podrían llegar durante 2011 a las 45 millones de toneladas, si las promediamos por un precio FOB de 500 dólares, los ingresos nacionales por este rubro llegarían a los u$s 22.500 millones y los derechos de exportación del 35% alcanzarían unos u$s 7.875 millones, según cálculos realizados por la Bolsa de Comercio de Rosario.
La crisis griega sacudió los mercados, incluso los de commodities agrícolas, llevando el precio de la soja a negociarse a principios de semana cerca de los 430 dólares en Chicago, lejos de los valores más altos de la historia pero más cercano al número usado por el Ministerio de Economía para el presupuesto 2012. Desde el gobierno dicen que se utilizó un número “prudente” para evaluar los ingresos por el complejo sojero pero desde la oposición sostienen que se trata de una estrategia habitual: subestimar los ingresos es la madre de todas las leyes para tener excedentes que queden fuera del control parlamentario.
Entonces la pregunta es qué va a pasar con los precios de la soja en el futuro. Imposible saberlo con precisión, pero hay que tener en cuenta que la publicación especializada Oil World sostiene que los principales factores bajistas para la soja son la mayor oferta sudamericana, la presión de la cosecha en América del Norte y la crisis financiera y de deuda (principalmente en Europa) que no amaina, poniendo en riesgo el crecimiento económico mundial y por lo tanto la demanda potencial de alimentos.
Además, la demanda de la industria también se habría resentido por la caída de los márgenes económicos en el procesamiento de soja y una demanda de harina menos activa en el último trimestre. Incluso el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera, Alberto Rodríguez, sostuvo que desde “abril del año pasado la industria empezó a tener márgenes negativos, tanto por el aumento en dólares de los costos que enfrentamos como por la menor utilización de la capacidad instalada de nuestras usinas”.
Y la especulación financiera que se mueve en torno a estos mercados ya dio cuenta de todas estas alertas bajistas en torno a la soja y comenzó a salir de sus posiciones durante los precios alcistas de agosto.
Cuando la pregunta es cuál es el límite que tendrá esta caída de precios, aparece el fantasma de una sequía en Argentina y Brasil como el principal elemento a considerar. Si no llueve lo suficiente podría caer la producción en Brasil, el segundo productor mundial de soja, y bajarían los rendimientos en la Argentina, el tercer productor mundial, lo que se trasladaría rápidamente a los precios internacionales, sobre todo si se tienen en cuenta que las proyecciones de la demanda de China e India no parecen ser las más afectadas por los vaivenes económicos que sufre Europa.
Lo cierto es que tanto empresarios como políticos siguen con atención el precio del principal producto agrícola nacional ya que su fluctuación tiene impacto directo en la recaudación fiscal e indirecto en el movimiento de otras variables económicas fundamentales del país. Cuando muchos estén volviendo del último fin de semana largo del año, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos estará terminando de preparar el próximo informe que presentará el 12 de octubre y allí se volverán a barajar las cartas de un juego en el que la Argentina es uno de los principales apostadores.

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